viernes, 1 de mayo de 2009

La máquina del Tiempo

(Extraido del libro: HOW TO BUILD A TIME MACHINE. Paul Davies. Ed.Viking, 2002)

Difícil sería construir una, pero quizá no imposible.

El viaje en el tiempo ha sido un tema recurrente de la ciencia ficción desde que H. G. Wells escribiera su célebre novela La máquina del tiempo allá por 1895. Pero, ¿es posible construir una máquina que transporte un ser humano al pasado o al futuro?.

Durante decenios, el viaje en el tiempo estuvo proscrito por la ciencia respetable. En los últimos años, sin embargo, parece como si los físicos teóricos se recrearan en ello. ¿No es acaso divertido cavilar sobre viajes en el tiempo? Pero la investigación tiene también una vertiente seria. Es capital comprender la relación entre causa y efecto si se quiere elaborar una teoría unificada de la física. Caso de ser posible el viaje en el tiempo sin restricciones, aunque sólo fuera en principio, la naturaleza de tal teoría unificada se vería radicalmente afectada.

Nuestro más penetrante conocimiento del tiempo proviene de las teorías de la relatividad de Einstein. Antes de su formulación, se creía que el tiempo era absoluto y universal, idéntico para todos, sin importar cuáles fuesen las circunstancias físicas. En su teoría de la relatividad especial, Einstein enunció que el intervalo medido por los relojes de un sistema de referencia entre dos sucesos dependía de su movimiento. Los relojes de dos sistemas de referencia que se muevan de manera diferente registrarán lapsos de tiempo distintos entre dos sucesos que ocurran en el mismo momento.

Es habitual describir ese efecto mediante "la paradoja de los gemelos". Supongamos que Mercedes y Maria del Mar son gemelas. Mercedes se monta en una nave espacial y viaja a elevada velocidad hasta una estrella cercana, da media vuelta y regresa a la Tierra, donde le espera Maria del Mar. Para Mercedes la duración del periplo podría ser de un año, pongamos por caso, pero cuando desciende de la nave espacial se encuentra con que en la Tierra han transcurrido diez años. Su hermana es ahora nueve años mayor que ella. Mercedes y Maria del Mar ya no tienen la misma edad, a pesar de haber nacido el mismo día. Este ejemplo ilustra una clase limitada de viaje en el tiempo. En efecto, Mercedes ha avanzado nueve años hacia el futuro de la Tierra.
 

Desfase horario

El efecto, conocido como dilatación del tiempo, tiene lugar siempre que dos sistemas de referencia se mueven uno respecto al otro. En la vida corriente no percibimos extrañas distorsiones del tiempo, porque el efecto sólo resulta palmario cuando el movimiento se realiza a velocidades cercanas a la de la luz. Incluso a la velocidad de un avión, la dilatación del tiempo en un viaje asciende sólo a unos pocos nanosegundos. Con todo, los relojes atómicos son tan precisos, que registran la deriva y confirman que realmente el tiempo se estira con el movimiento. De modo que el viaje hacia el futuro es un hecho probado, aun cuando sólo se haya experimentado en cuantía poco apasionante.

Para observar distorsiones del tiempo espectaculares hay que escudriñar más allá del ámbito de la experiencia ordinaria. Los grandes aceleradores impulsan las partículas subatómicas a una velocidad cercana a la de la luz. Algunas de estas partículas, como los muones, contienen un reloj intrínseco: se desintegran con una vida media determinada. En conformidad con la teoría de Einstein, se observa que los muones que se mueven rápidamente en los aceleradores se desintegran a cámara lenta. Algunos rayos cósmicos también experimentan portentosas distorsiones del tiempo. Estas partículas se mueven a una velocidad tan próxima a la de la luz que atraviesan la galaxia en minutos, a pesar de que en el sistema de referencia de la Tierra parezca que les lleva decenas de miles de años. Si no ocurriera la dilatación del tiempo, esas partículas nunca hubiesen llegado aquí.

La velocidad es una manera de avanzar en el tiempo. La gravedad es otra. En su teoría general de la relatividad, Einstein predijo que la gravedad retarda el tiempo. Los relojes avanzan un poco más rápido en el ático que en el sótano, que al estar más cerca del centro de la Tierra se halla inmerso más profundamente en el campo gravitatorio.

De modo similar, los relojes avanzan más rápido en el espacio que en la Tierra. De nuevo el efecto es minúsculo, pero se ha medido directamente con relojes precisos. Para el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) hubo que tener en cuenta estos efectos de distorsión temporal. Si no, marinos, taxistas y misiles crucero se apartarían muchos kilómetros de su ruta.

En la superficie de una estrella de neutrones, la gravedad adquiere tal intensidad, que el tiempo se retrasa un 30 por ciento con respecto al de la Tierra. Vistos desde esa estrella, los sucesos de aquí parecerían una película a cámara rápida. Un agujero negro representa la máxima distorsión del tiempo; en la superficie del agujero, el tiempo se detiene respecto al de la Tierra. Eso significa que, si cayésemos en un agujero negro desde sus alrededores, en el breve intervalo que nos llevaría alcanzar la superficie habría transcurrido para el resto del universo una eternidad. El seno del agujero negro está por tanto más allá del final del tiempo, en lo que concierne al universo exterior. Si un astronauta pasase a toda velocidad muy cerca de un agujero negro y regresara indemne, daría un gran salto hacia el futuro.
 

Solución de Gödel

Hasta ahora hemos tratado del Viaje en el tiempo hacia delante. ¿y para volver hacia atrás? Eso es mucho más problemático. En 1948 Kurt Gödel, por entonces en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, obtuvo una solución de las ecuaciones del campo gravitatorio de Einstein que describían un universo en rotación; en él, un astronauta podría viajar a través del espacio hasta alcanzar su propio pasado. Se debería ello a la manera en la que la gravedad afecta a la luz en esa solución. La rotación del universo arrastraría consigo la luz (y por tanto las relaciones causales entre los objetos), permitiendo que un objeto material viajara en una trayectoria cerrada en el espacio, que también se cerraría en el tiempo, sin que en ningún momento se sobrepasara la velocidad de la luz en la vecindad inmediata de la partícula. La solución de Gödel se dejó de lado como una curiosidad matemática; después de todo, las observaciones no muestran signo alguno de que el universo en su conjunto esté girando. Su resultado sirvió, eso sí, para demostrar que la teoría de la relatividad no proscribía el viaje hacia atrás en el tiempo. Efectivamente, Einstein confesó que le turbaba la idea de que su teoría permitiera viajar al pasado bajo algunas circunstancias.

Se han encontrado otros estados de cosas en los que cabría viajar al pasado. En 1974 Frank J. Tipler, de la Universidad de Tulane, calculó que un cilindro muy pesado, infinitamente largo, que girara en torno a su eje a una velocidad cercana a la de la luz, permitiría que los astronautas visitasen su propio pasado; la razón, de nuevo, estribaba en la: luz, que sería arrastrada alrededor del cilindro a una trayectoria cerrada. En 1991, J. Richard Gott, de la Universidad de Princeton, predijo que las cuerdas cósmicas (unas estructuras que, según creen los cosmólogos, se crearon en las etapas primitivas de la gran explosión) podrían causar resultados similares. Pero a mediados de los años ochenta se había formulado ya la situación más realista para una máquina del tiempo; fundábase en el concepto de agujero de gusano.
 

La maquina del tiempo de un agujero de gusano en tres pasos.

 


1 ENCUÉNTRESE O CONSTRÚYASE un agujero de gusano: un túnel que conecta dos lugares diferentes del espacio. En las profundidades del espacio podría haber grandes agujeros de gusano, reliquias de la gran explosión:. De no ser así, habría que conformarse con agujeros de gusano subatómicos, ya fueran naturales (se piensa que aparecen y desaparecen efímeramente por todas partes a nuestro alrededor) o artificiales (producidos por un acelerador de partículas, como se ilustra aquí). Estos agujeros de gusano tendrían que agrandarse hasta un tamaño útil, quizá por medio de campos energéticos como los que causaron la inflacción del espacio poco después de la gran explosión.

2 ESTABILÍCESE EL AGUJERO. Una inyección de energía negativa, producida por medios cuánticos, por el efecto Casimir quizá, permitiría que una señal u objeto atravesara sano y salvo el agujero de gusano. La energía negativa contrarresta la tendencia del agujero de gusano a desmoronarse y convertirse en un punto de densidad Infinita o casi infinita. En otras palabras, impide que el de gusano se convierta en agujero negro.

3 REMOLCAR EL AGUJERO DE GUSANO. Una nave espacial, dotada de una técnica muy avanzada, separaría las dos entradas del agujero de gusano. Se situaría un acceso cerca de la superficie de una estrella de neutrones, un astro sumamente denso con un intenso campo gravitatorio. La gravedad, enorme, haría que el tiempo fuese más despacio allí. Como el tiempo transcurrirá más rápido en la otra boca del agujero de gusano, los dos accesos quedarán separados no sólo en el espacio, sino también en tiempo.

Los agujeros de gusano ofrecerían un atajo entre dos puntos muy separados del espacio. Al saltar a uno, apareceríamos, momentos después, en el otro lado de la galaxia. Encajan de manera natural en la teoría general de la relatividad, donde la gravedad no sólo distorsiona el tiempo, sino también el espacio. La teoría permite que haya conexiones, similares a un túnel, entre dos puntos del espacio. A un espacio así los matemáticos lo llaman múltiplemente conexo. Al igual que un túnel que pase por debajo de un monte resultará más corto que la carretera que rodee la ladera, un agujero de gusano sería un camino más breve que la ruta usual por el espacio ordinario.

 
La madre de todas las paradojas.

LA CÉLEBRE PARADOJA DE LA MADRE (a veces formulada empleando otra relación de parentesco) se plantea cuando las personas o los objetos pueden viajar hacia atrás en el tiempo. Hay una versión simplificada: una bola de billar pasa por una máquina del tiempo de agujero de gusano. Al salir, choca consigo misma e impide su propia entrada en el agujero de gusano.

 


LA PARADOJA SE RESUELVE teniendo en cuenta algo bien simple: la bola de billar no puede hacer nada que sea incompatible con la lógica o las leyes de la física. No puede pasar por el agujero de gusano de suerte tal, que impida que pase por el agujero de gusano. Pero nada obsta para que lo atraviese de muchas otras maneras.

Carl Sagan recurrió a los agujeros de gusano como dispositivos ficticios en la novela Contacto, de 1985. Kip S. Thorne y sus colaboradores del Instituto Tecnológico de California, azuzados por Sagan, se propusieron averiguar si eran compatibles con la física conocida. Partieron de que un agujero de gusano se parecería a un agujero negro en que su gravedad sería enorme.

Pero al revés que un agujero negro, que ofrece un camino de sentido único hacia ningún lado, un agujero de gusano tendría salida y no sólo entrada.
 

Materia exótica

Para que el agujero de gusano se pudiera atravesar, debería contener lo que Thorne calificó de materia exótica, generadora de antigravedad, para combatir la tendencia natural de los cuerpos con mucha masa a convertirse en agujeros negros por su propio peso.

Se sabe que en algunos sistemas cuánticos existen estados con energía negativa; las leyes de la física, pues, no vedan la materia exótica de Thorne, aunque no está claro que se pueda juntar tanta sustancia antigravitatoria como para estabilizar un agujero de gusano.

Thorne y sus colaboradores comprendieron que, si se pudiese crear un agujero de gusano estable, se podría también convertirlo en una máquina del tiempo. Un astronauta que lo cruzara no sólo saldría en cualquier lugar del universo, sino en cualquier época: bien en el futuro, bien en el pasado.

Para adaptar el agujero de gusano al viaje en el tiempo, habría que arrastrar uno de sus accesos hasta las cercanías de una estrella de neutrones; habría que dejarlo cerca de la superficie de ésta. La gravedad de la estrella ralentizaría el tiempo cerca de esa entrada, de manera que se iría acumulando una diferencia de tiempo entre los extremos del agujero de gusano. Si ambos accesos se emplazaran luego en un lugar idóneo del espacio, esa diferencia de tiempo quedaría congelada.

Supongamos que la diferencia fuera de 10 años. Un astronauta que atravesara el agujero de gusano en una dirección saltaría 10 años hacia el futuro, mientras que otro que lo atravesara en sentido contrario saltaría 10 años hacia el pasado. Regresando a su punto de partida a elevada velocidad por el espacio ordinario, el segundo astronauta volvería a casa antes de haber salido. En otras palabras, una trayectoria cerrada en el espacio se podría convertir, asimismo, en una trayectoria cerrada en el tiempo. La única restricción consiste en que el astronauta no podría regresar a un tiempo anterior al de la construcción del agujero de gusano.

Un problema colosal que se interpone en la fabricación de una máquina del tiempo a partir de un agujero de gusano es la creación del agujero de gusano en sí. Pudiera acontecer que en el espacio se den estructuras de ese tipo de manera natural, como reliquias de la gran explosión. En tal caso, una supercivilización podría hacerse con el control de una de ellas. O bien podrían aparecer agujeros de gusano a escalas minúsculas, a la llamada longitud de Planck, unos 20 órdenes de magnitud menor que el núcleo atómico. En principio, cabría estabilizar un agujero de gusano tan diminuto mediante un impulso de energía, para luego agrandarlo hasta una dimensión que permitiera su uso.
 

Paradojas

Suponiendo que se resolvieran los problemas de ingeniería, la producción de una máquina del tiempo abriría una caja de Pandora de paradojas causales. Piénsese, por ejemplo, en un viajero por el tiempo que visitara el pasado y asesinase a su madre cuando aún era niña.

¿Cómo se puede racionalizar esto? Si la niña muere, no puede llegar a ser la madre del viajero en el tiempo. Pero si el viajero en el tiempo nunca nació, no podría regresar para matar a su madre.

Las paradojas de este tipo surgen cuando el viajero en el tiempo intenta cambiar el pasado, lo cual está claro que es imposible. Pero eso no impide que alguien forme parte del pasado.

Supongamos que el viajero en el tiempo regresa y salva a una niña de ser asesinada, y esa niña es su madre. El lazo causal es entonces coherente; no constituye ninguna paradoja. La congruencia causal impone restricciones a lo que un viajero en el tiempo pueda hacer, pero no excluye la posibilidad del propio viaje.

Aun cuando el viaje en el tiempo no fuera, en sentido estricto, paradójico, no dejaría de resultar muy extraño. Un viajero del tiempo se adelanta un año y lee algo sobre un nuevo teorema matemático en un futuro número de una revista. Apunta los detalles, regresa a su propio tiempo y le enseña el teorema a un estudiante, que lo escribe para dicha revista. Artículo, claro está, que es el que ha leído el viajero del tiempo. La cuestión que se plantea es: ¿de dónde provino la información sobre el teorema? No del viajero del tiempo, que la leyó, ni del estudiante, que la obtuvo del viajero del tiempo. La información al parecer no proviene de ninguna parte, de ningún raciocinio.

Las extrañas consecuencias que derivan del viaje en el tiempo han llevado a algunos a rechazar la idea misma. Stephen W. Hawking, de la Universidad de Cambridge, propuso una "conjetura de protección de la cronología", que impediría los lazos causales. Puesto que la teoría de la relatividad permite tales bucles causales, la protección de la cronología requeriría que interviniese algún otro factor que impidiera el viaje al pasado. ¿Cuál? De entrada, los procesos cuánticos. Con la existencia de una máquina del tiempo las partículas
regresarían a su propio pasado. Los cálculos indican que la perturbación producida se reforzaría a sí misma; se crearía una fuente incontrolada de energía que acabaría por desbaratar el agujero de gusano.

La protección de la cronología es, por ahora, tan sólo una conjetura; por tanto, el viaje en el tiempo sigue siendo posible. La resolución definitiva de esta cuestión quizá tenga que esperar a que se logre la unificación de la mecánica cuántica y la gravitación, gracias a la teoría de cuerdas o a su extensión, la llamada teoría M. Cabe incluso especular que, con la próxima generación de aceleradores de partículas, se puedan crear agujeros de gusano subatómicos que sobrevivan lo suficiente como para que las partículas cercanas trencen lazos causales efímeros. No tendría mucho que ver con la máquina del tiempo que imaginaba Wells, pero cambiaría para siempre nuestra concepción de la realidad física.