lunes, 1 de mayo de 2006

Giordano Bruno

(Nola, cerca de Nápoles, 1548 - Roma, 17 de febrero de 1600).

Filósofo, matemático y astrónomo, sus ideas anticiparon muchas de las tesis de la ciencia moderna. Nació con el nombre de Filippo Bruno', en Nola, Campania, hijo del soldado Giovanni Bruno. En 1565 tomó el nombre de Giordano al convertirse en hermano dominicano en el monasterio de San Domenico cerca de Nápoles. Fue ordenado sacerdote en 1572.

En 1576 es acusado de hereje y abandona la orden dominica. En 1579 recala en Ginebra donde se une al calvinismo pero por poco tiempo, al ser igualmente acusado. Vuelve a marchar y en 1581 se le encontrará en París en la corte de Enrique III de Francia. En 1583 se traslada a Inglaterra pero sus ideas copernicanas vuelven a chocar con los religiosos.

En 1592 conoce a Giovanni Mocenigo, noble veneciano que lo acoge en la ciudad intrigado por esas nuevas ideas que pregona. Asustado, lo denuncia a la Inquisición y, tras ocho años en prisión, el Papa Clemente VIII lo condena por contumaz a la hoguera, ejecución que se produce en Roma el 17 de febrero de 1600.

Obra

La obra bruniana se encuentra teñida de un ligero averroísmo consistente en la defensa de la superioridad de la vida teórica frente a la vida práctica y la reivindicación del carácter profesional del filósofo. A juicio de Bruno existe una separación entre filosofía y religión y es equivocada la concepción tomista de la filosofía como ancilla fidei, es decir, como esclava de la religión.

Bruno defenderá, como harán a su modo todos los copernicanos, que la religión debe ser entendida como una ley destinada al gobierno de las masas incapaces de regirse por la razón y es por ello que los buenos teólogos no deben entrometerse en la vida de los filósofos, del mismo modo que los filósofos respetarán el trabajo de los teólogos en su tarea de gobierno de las masas populares. La función de la religión es, pues, meramente civil.

Respecto a sus tesis cosmológicas destacan la idea de la infinitud del universo entendida como expresión de la infinita potencia de Dios, así como la descripción de las estrellas celestes como soles rodeados de planetas parecidos a la tierra. El universo es para éste autor uniforme, con lo que se rompe con la distinción entre mundo sublunar y supralunar que había sido establecida por Aristóteles y que aun sobrevivía en la doctrina heliocentrista de Digges.