Caroline Lucretia Herschel nació el 16 de marzo de 1750 en Hannover, Prusia (hoy Alemania), hija de Isaac Herschel y Anna Ilse Moritzen.
Aunque su padre, que era músico, nunca realizó estudios oficiales, mantuvo a lo largo de su vida una inquietud por diversas ramas del conocimiento, y así procuró una educación polifacética a sus cuatro hijos varones, enseñándoles música, matemáticas, astronomía, filosofía y francés. Por su parte, sus dos hijas, como era habitual en la época, estaban destinadas a no aprender sino las tareas domésticas. Sin embargo, Caroline enseguida mostró interés por las conversaciones que tenían lugar entre su padre y sus hermanos. En su afán de aprender, pronto encontró el apoyo de su padre, pero como contrapartida contó con la oposición de su madre, que en consonancia con las ideas de su tiempo, consideraba poco femenina toda ocupación que involucrase el pensamiento.
Así pues, con mayor o menor disimulo, su padre empezó a hacer a Caroline partícipe de sus conocimientos. Ella misma recuerda en sus memorias la noche en que su padre le mostró las primeras constelaciones, así como un cometa que entonces era visible. Poco imaginaba Caroline que ella se convertiría en la primera mujer en la Historia en descubrir un cometa.
Cuando los franceses ocuparon Hannover en 1757, su padre marchó a la guerra; por otra parte su hermano William, con quien Caroline compartía sus inquietudes astronómicas, emigró a Inglaterra como músico. Con lo cual Caroline quedó bajo la tutela de su madre que la envió a aprender a hacer punto y cercenó por el momento sus posibilidades de dedicarse a la astronomía o a cualquier actividad de índole intelectual.
Debido a la malformación que le produjo el tifus a los 10 años (medía escasamente 1’30 m) pronto desistió Caroline de intentar contraer matrimonio (y efectivamente nunca lo hizo, con lo cual conservó siempre el apellido Herschel). Así pues, su deseo de independizarse sólo se vio realizado cuando, a la edad de 22 años, su hermano William la llevó con él a Inglaterra. Así, mientras se ocupaba del mantenimiento de la casa de William, pudo retomar sus dos grandes aficiones: la música y la astronomía. Respecto de la primera, llegó a ser una destacada soprano.
Y respecto de la segunda, pronto empezó junto con su hermano a pulir espejos para la construcción de telescopios, y a ayudarle también en la catalogación y revisión de sus observaciones, aplicando para ello los conocimientos matemáticos que había podido adquirir. En poco tiempo pasó de discípula de su hermano a colaboradora.
Ambos se dedicaban, pues, a la astronomía como aficionados, mientras William seguía trabajando como músico. Cuando éste realizó en 1781 el descubrimiento del planeta Urano, el rey Jorge III de Inglaterra le concedió un sueldo de 200 £ anuales que le permitió dedicarse plenamente a la astronomía, con lo cual también Caroline tomó esta dedicación.
Para William fue una ayuda inestimable el tratamiento matemático que su hermana hacía de los datos por él obtenidos. De hecho, sólo cuando William estaba de viaje podía Caroline dedicarse plenamente a sus propias observaciones, y así fue como comenzó a hacer sus primeros descubrimientos de nebulosas. Varios objetos de cielo profundo había encontrado ya, cuando llegó, el 1 de agosto de 1786, el primer cometa que Caroline descubrió. Ello le valió un sueldo de 50 £ anuales por parte de Jorge III, y el reconocimiento de las autoridades científicas de la época, que acogieron, con recelo unos y con admiración otros, algo tan inédito como el trabajo científico de una mujer.
Continuó durante años su labor de catalogación de nebulosas (donde el término se refiere más exactamente a objetos de cielo profundo, pues algunos de ellos resultaron posteriormente ser galaxias), calculando las posiciones de sus descubrimientos y de los de su hermano. Sus cálculos fueron siempre de una notable exactitud.
Los objetos de cielo profundo por ella descubiertos fueron incluidos en el catálogo que elaboró William, y actualmente figuran en el New General Catalogue con los números NGC 205, 225, 253, 381, 659, 891, 2349, 2360, 2548, 6633, 7380 y 7789. Ello incluye nebulosas, galaxias espirales e irregulares y cúmulos abiertos.
Curiosamente, dos de estos hallazgos son objetos Messier descubiertos independientemente. Es el caso de M48, cúmulo abierto en Hydra. Cuando Messier lo descubrió en 1771 registró su posición erróneamente, con lo cual el objeto se “perdió” hasta que fue nuevamente descubierto y correctamente registrado por Caroline Herschel, e incluido en el catálogo de William Herschel como H VI.22.
El otro objeto al que nos referimos es M110: una de las dos galaxias irregulares satélites de la de Andrómeda. Messier no lo incluyó originalmente en su catálogo, posiblemente por inseguridad respecto de
su observación, y por tanto Caroline Herschel lo desconocía y lo redescubrió en 1783, diez años más tarde que Messier.
Además de esto, descubrió ocho cometas en total entre 1786 y 1797. Posteriormente se dedicó a revisar y ordenar el catálogo estelar de Flamsteed, y en 1798 envió a la Royal Astronomical Society su índice de Observaciones de Estrellas Fijas de Flamsteed, con una lista de 560 estrellas que éste había omitido.
Cuando William contrajo matrimonio se redujo la colaboración entre ambos hermanos. Sin embargo Caroline tuvo después un importante papel en la educación de John, hijo de William, que continuaría la saga familiar de astrónomos.
Tras la muerte de William en 1822, Caroline regresó a su ciudad natal, Hannover. Durante esta época su trabajo fue más de catalogación que de observación. En 1828 le fue concedida la medalla de oro de la Royal Astronomical Society de Inglaterra, por su catálogo de 2500 objetos de cielo profundo. Para esta época era ya una celebridad en el mundo científico, recibiendo visitas de los más eminentes personajes como el propio Gauss. En 1835, cuando contaba 85 años de edad, recibió el nombramiento de miembro honorario de la Royal Astronomical Society.
Junto con la también matemática y astrónoma Mary Somerville, fue la primera mujer en ingresar en dicha Academia. El nombramiento honorario se debió a que ser miembro de pleno derecho estaba vetado a las mujeres.
Tres años más tarde fue miembro de la Royal Irish Academy, y en 1846, con motivo de su nonagésimo sexto cumpleaños, el rey de Prusia le otorgó la Medalla de Oro de la Ciencia.
Caroline Herschel vivió 98 años, conservando hasta entonces una salud física y mental fuera de lo común.
Posteriormente, en 1889, fue bautizado en su honor el asteroide Lucretia (segundo nombre de Caroline), y recientemente, el cráter lunar C. Herschel, al borde del Mare Imbrium.
Así pues, con mayor o menor disimulo, su padre empezó a hacer a Caroline partícipe de sus conocimientos. Ella misma recuerda en sus memorias la noche en que su padre le mostró las primeras constelaciones, así como un cometa que entonces era visible. Poco imaginaba Caroline que ella se convertiría en la primera mujer en la Historia en descubrir un cometa.
Cuando los franceses ocuparon Hannover en 1757, su padre marchó a la guerra; por otra parte su hermano William, con quien Caroline compartía sus inquietudes astronómicas, emigró a Inglaterra como músico. Con lo cual Caroline quedó bajo la tutela de su madre que la envió a aprender a hacer punto y cercenó por el momento sus posibilidades de dedicarse a la astronomía o a cualquier actividad de índole intelectual.
Debido a la malformación que le produjo el tifus a los 10 años (medía escasamente 1’30 m) pronto desistió Caroline de intentar contraer matrimonio (y efectivamente nunca lo hizo, con lo cual conservó siempre el apellido Herschel). Así pues, su deseo de independizarse sólo se vio realizado cuando, a la edad de 22 años, su hermano William la llevó con él a Inglaterra. Así, mientras se ocupaba del mantenimiento de la casa de William, pudo retomar sus dos grandes aficiones: la música y la astronomía. Respecto de la primera, llegó a ser una destacada soprano.
Y respecto de la segunda, pronto empezó junto con su hermano a pulir espejos para la construcción de telescopios, y a ayudarle también en la catalogación y revisión de sus observaciones, aplicando para ello los conocimientos matemáticos que había podido adquirir. En poco tiempo pasó de discípula de su hermano a colaboradora.
Ambos se dedicaban, pues, a la astronomía como aficionados, mientras William seguía trabajando como músico. Cuando éste realizó en 1781 el descubrimiento del planeta Urano, el rey Jorge III de Inglaterra le concedió un sueldo de 200 £ anuales que le permitió dedicarse plenamente a la astronomía, con lo cual también Caroline tomó esta dedicación.
Para William fue una ayuda inestimable el tratamiento matemático que su hermana hacía de los datos por él obtenidos. De hecho, sólo cuando William estaba de viaje podía Caroline dedicarse plenamente a sus propias observaciones, y así fue como comenzó a hacer sus primeros descubrimientos de nebulosas. Varios objetos de cielo profundo había encontrado ya, cuando llegó, el 1 de agosto de 1786, el primer cometa que Caroline descubrió. Ello le valió un sueldo de 50 £ anuales por parte de Jorge III, y el reconocimiento de las autoridades científicas de la época, que acogieron, con recelo unos y con admiración otros, algo tan inédito como el trabajo científico de una mujer.
Continuó durante años su labor de catalogación de nebulosas (donde el término se refiere más exactamente a objetos de cielo profundo, pues algunos de ellos resultaron posteriormente ser galaxias), calculando las posiciones de sus descubrimientos y de los de su hermano. Sus cálculos fueron siempre de una notable exactitud.
Los objetos de cielo profundo por ella descubiertos fueron incluidos en el catálogo que elaboró William, y actualmente figuran en el New General Catalogue con los números NGC 205, 225, 253, 381, 659, 891, 2349, 2360, 2548, 6633, 7380 y 7789. Ello incluye nebulosas, galaxias espirales e irregulares y cúmulos abiertos.
Curiosamente, dos de estos hallazgos son objetos Messier descubiertos independientemente. Es el caso de M48, cúmulo abierto en Hydra. Cuando Messier lo descubrió en 1771 registró su posición erróneamente, con lo cual el objeto se “perdió” hasta que fue nuevamente descubierto y correctamente registrado por Caroline Herschel, e incluido en el catálogo de William Herschel como H VI.22.
El otro objeto al que nos referimos es M110: una de las dos galaxias irregulares satélites de la de Andrómeda. Messier no lo incluyó originalmente en su catálogo, posiblemente por inseguridad respecto de
su observación, y por tanto Caroline Herschel lo desconocía y lo redescubrió en 1783, diez años más tarde que Messier.
Además de esto, descubrió ocho cometas en total entre 1786 y 1797. Posteriormente se dedicó a revisar y ordenar el catálogo estelar de Flamsteed, y en 1798 envió a la Royal Astronomical Society su índice de Observaciones de Estrellas Fijas de Flamsteed, con una lista de 560 estrellas que éste había omitido.
Cuando William contrajo matrimonio se redujo la colaboración entre ambos hermanos. Sin embargo Caroline tuvo después un importante papel en la educación de John, hijo de William, que continuaría la saga familiar de astrónomos.
Tras la muerte de William en 1822, Caroline regresó a su ciudad natal, Hannover. Durante esta época su trabajo fue más de catalogación que de observación. En 1828 le fue concedida la medalla de oro de la Royal Astronomical Society de Inglaterra, por su catálogo de 2500 objetos de cielo profundo. Para esta época era ya una celebridad en el mundo científico, recibiendo visitas de los más eminentes personajes como el propio Gauss. En 1835, cuando contaba 85 años de edad, recibió el nombramiento de miembro honorario de la Royal Astronomical Society.
Junto con la también matemática y astrónoma Mary Somerville, fue la primera mujer en ingresar en dicha Academia. El nombramiento honorario se debió a que ser miembro de pleno derecho estaba vetado a las mujeres.
Tres años más tarde fue miembro de la Royal Irish Academy, y en 1846, con motivo de su nonagésimo sexto cumpleaños, el rey de Prusia le otorgó la Medalla de Oro de la Ciencia.
Caroline Herschel vivió 98 años, conservando hasta entonces una salud física y mental fuera de lo común.
Posteriormente, en 1889, fue bautizado en su honor el asteroide Lucretia (segundo nombre de Caroline), y recientemente, el cráter lunar C. Herschel, al borde del Mare Imbrium.