sábado, 1 de marzo de 2008

Un día feliz

Por Isabel Roblas

¿Cómo hablar del día de ayer sin extenderme demasiado? Ayer fue uno de esos días que quedarán grabados en mi memoria para siempre. Fue tal la felicidad que me embargó en tantos momentos del día que no sé ni por donde empezar a contarlo. Fue uno de esos días especiales que justifican y dan sentido a tantos otros que simplemente pasan. Fue uno de esos días en que parece detenerse el tiempo para que puedas disfrutarlo con intensidad, para que la memoria registre cada vivencia, cada detalle, cada emoción, y en que parece que todo el universo conspira (como dice Coelho) para que ese día sea sencillamente perfecto.


 José Luis Comellas

Perfecto es la palabra adecuada. Aun no comprendo como todo pudo finalmente salir tan maravillosamente perfecto.... Desde que comenzó la jornada ultimando detalles ya en el pabellón, todos nerviosos, felices, expectantes, no queriendo dejar ni un sólo cabo suelto en el aire. Fernando, Antonio, Isra, Paco Escalona, Pablo, comprobando imagen, sonido, luces. María Reyes atenta a cada pequeño posible fallo que pudiera escapársenos ¿por donde entran los asistentes? ¿Dónde guardamos el libro?  ¿Tenemos todos nuestra credencial? ¿Habéis firmado todos las hojas de firmas? Cándido, Pacoco, Caridad, repasando la hoja de asistentes y previendo cada posible imprevisto. Plegue repasando su discurso. Todos ojeando el libro...Los nervios pero también la emoción y la alegría de lo inminente nos tenían absolutamente embargados.

Empiezan a llegar los asistentes, muchas caras que te alegra ver, muchas otras caras que convierten por fin en personas reconocibles a nombres tantas veces escuchados. Y por fin...llega D. José Luis Comellas ¿Ya está ahí?, Aplausos y... todos nerviosísimos. Esperamos a los últimos rezagados, algunos no llegan, cerramos las puertas, nos sentamos, y Plegue comienza a hablar...

Plegue, enhorabuena, porque tus palabras a Comellas y a los compañeros que allí estábamos, tanto las preparadas con esmero la noche anterior como las improvisadas sobre la marcha, fueron justamente las adecuadas para explicar con estupenda sencillez y claridad que hacíamos todos allí reunidos y que sentido tenía cada momento del acto. Lo hiciste de maravilla.

Y llegó el momento del tan esperado vídeo...Dios que maravilla, era absolutamente emocionante. Recuerdo que los días previos ya me emocionaba simplemente mientras Fernando nos relataba la secuencia, pero el verlo por fin allí proyectado, sabiendo además que Comellas estaba en ese momento viéndolo también, escuchando...te preguntabas que estaría pensando y sintiendo en esos instantes (Plegue, que estaba a mi derecha, lo miraba de vez en cuando como queriendo adivinar sus emociones, como un niño pequeño que espera con ansia la cara de felicidad de sus padres cuando les hace un regalo). Ya se que nos hemos sido cansinos dando la enhorabuena a Fernando por este increíble trabajo, pero quisiera hacerlo una vez mas. De verdad, gracias, porque no sólo has hecho feliz a un hombre... durante la proyección nos hiciste feliz a todos. Condensar tan larga y prolífica vida en tan solo 20 minutos es algo muy complicado pero tu lo has hecho increíblemente bien. Y lo mejor de todo constatar que, efectivamente, fue todo un regalo para Comellas y llegó al corazón de este extraordinario hombre, como así lo expresó en sus palabras y agradecimientos posteriores y no sólo él sino toda su familia.

Y luego la conexión con la Palma, que salió a la perfección. Tantas palabras de agradecimiento y admiración a D. José Luis desde tan alejadas islas seguro que también le llegaron al corazón.

Como al corazón nos llegaron inmediatamente después sus palabras... De repente ese hombre aparentemente envejecido, enfermo y falto de fuerzas mientras subía al estrado, recuperó una juventud y una fuerza impresionantes cuando comenzó a hablar... eso me impresionó realmente. De repente esa voz cercana y amable, esa inteligencia sublime nos envolvió a todos, que escuchábamos extasiados sus palabras. La energía que irradiaba de él mientras nos hablaba con palabras tan sencillas, cercanas y clarividentes era algo que nos iba envolviendo poco a poco. No habló de astronomía en el sentido "científico" de la palabra, no, hablo de nosotros y de nuestras emociones compartidas al contemplar ese cielo que cada noche espera alcemos nuestra mirada sobre él. Puso palabras a todas esas experiencias que tan bien conocemos. En cada palabra me sentí identificada y en cada palabra iba sintiendo también como las personas que tenia a mi alrededor, al menos los que estaban mas cerca (Plegue y que decir de Leonor que estaba emocionadísima) sentían eso mismo que estaba sintiendo yo, de repente era como si todos fuéramos uno solo asintiendo a cada palabra de este hombre que no necesitó de ningún largo discurso para explicar lo que significa la astronomía para nosotros.

Pudimos además constatar algo que de algún modo ya todos sabíamos...su "Guía del Firmamento" no es en absoluto una simple exposición de objetos celestes y de como y donde los podemos localizar y que esperamos poder ver, ni siquiera es solo un libro en el que estén simplemente contenidas sus vivencias y emociones al contemplar esos objetos maravillosos,... no, su "Guía del Firmamento" está escrita para nosotros !!! es un diálogo abierto con todos y cada uno de nosotros, y desde ayer queda ya para siempre confirmado algo que Leo ya intuía y nos dijo el día anterior: al leer sus líneas es como si nosotros hubiéramos estado a su lado mientras él miraba por su telescopio y nos estuviera contando en ese preciso instante lo que observara...la Guía del Firmamento fue escrita para nosotros, fue escrita no para los que buscan simples datos sino para los que como él somos capaces de emocionarnos frente a la contemplación de todas esas pequeñas maravillas que brillan y nos esperan cada noche. Y esto es algo hermoso y único. Nada que ver con esas otras guías de observación, sin duda útiles, necesarias y precisas, pero desprovistas del calor y la cercanía contenidos en la "Guía del Firmamento" de Comellas.

Por todo ello quiero dar las gracias también, aunque no lleguen a él estas palabras, a este hombre extraordinario y por el que siento tan profunda admiración, simplemente por existir, por ser capaz de transmitirnos sus conocimientos y sus emociones y por estar ahí justamente el día de ayer para, de forma tan clarividente y sencilla, dar sentido a todo lo que ya sabíamos sobre la contemplación del universo pero que ninguno sabemos expresar en tan pocas pero perfectas palabras como lo hizo él ayer.

No hizo falta turno de preguntas, no hicieron falta datos astronómicos, solo sus propios recuerdos y viviencias en los que nos sentimos reconocidos. Para mi la pequeña charla de Comellas fue increíble y hermosa, extraordinaria su sencillez tan cargada sin embargo de contenido, y sus palabras sin duda permanecerán a lo largo de mi vida en mi memoria recordándome que tantas y tantas horas trasnochando, pasando frío a oscuras junto a un tubo metálico y unas cartas llenas de puntitos y letras siempre demasiado pequeñas, merecen sin duda la pena. Gracias de nuevo D. José Luis.

Luego llegó el momento del cóctel, y el cóctel era lo de menos, estábamos todos allí alegres y felices como niños pequeños, charlando con compañeros lejanos y cercanos, uno conocidos y otros desconocidos hasta ese momento.

Y sin duda lo mejor de todo y lo que me hizo sentir que no nos habíamos equivocado, que este homenaje era necesario y que estaba ahí desde siempre esperando a encender la luz de la inspiración en alguno de nosotros (en nuestros compañeros de Hubble primero y en nuestros compañeros Plegue y Pacoco después) fue sin lugar a dudas constatar que el día de ayer hizo feliz durante esa soleada mañana de marzo a un hombre que hace tanto tiempo merecía este reconocimiento. Solamente eso bastó para que todo el esfuerzo y entusiasmo derramado por todos nosotros cobrara sentido y hubiera valido la pena ya sin resquicio de dudas. En el rostro de Comellas, mientras pacientemente firmaba nuestros libros, hablaba con cada uno de nosotros, y se dejaba fotografiar con unos y con otros, había una luz que era mas fuerte y mas brillante que ese sol radiante que estaba sobre nuestras cabezas; una luz que sus propias hijas, que lo conocen desde niñas, también reconocieron en él y así manifestaron cuando una de ellas comentaba "seguro que hoy se le han quitado todos los dolores".

Quiero hablar también de ellas porque las cuatro me parecieron personas extraordinarias y encantadoras. En lugar de quedarse apartadas y escondidas resguardadas al calor de la familia, estuvieron allí mezclándose con todos nosotros, charlando con unos y con otros, expresando su gratitud (no paraban de dar las gracias). En cierto modo creo que también sentían curiosidad por saber quienes somos esos locos que compartimos esa extraña afición de su padre. Y desde luego reconocer en estas hijas personas tan amables, cercanas y sin duda inteligentes, no me lleva más que a confirmar que no podían ser de otra manera con tan extraordinario padre.



D. José Luis conversa muy animado
al final de la jornada

Y yo me preguntaba cuando ya terminó todo, cuando íbamos de camino a la ultima cervecilla ¿seguro que esto lo hemos hecho nosotros? Y cuando digo nosotros me refiero a todos los aficionados, admiradores y colaboradores, no solo a los que hemos trabajado en ello, sino también a los que nos han inspirado, a los que nos han apoyado y alentado, a los que han participado desde la lejanía con sus aportaciones, y a los que han cruzado media España para estar (como dijo Plegue) unas cuantas horas a lado de Comellas.  Y el hecho de constatar todas esas emociones y felicidad compartidas y el ver como todo además se desarrollaba con increíble perfección, convirtieron el día de ayer en un día como digo absolutamente "perfecto".