jueves, 1 de enero de 2009

Cuento de Invierno

María Reyes Hereza. En un paraje perdido, transitado apenas por algunos osados, internáronse el día 20 de diciembre de 2008, algunos valientes que quisieron vencer al frío, yendo al encuentro de algunos personajes mágicos que, en estos días, dicen muchos, alcanzan su máximo esplendor.

 
 Cielo de Invierno (Hemisferio Norte)

Había que encontrar un claro en aquel bosque, al que al fin llegaron, Rafael Rodríguez, José Manuel Gámiz, Jorge Gil, José Manuel Lagares y la que esto narra, María Reyes. Ciertamente el lugar estaba bien despejado y apropiado para poder divisarlos bien.

Pacientemente esperaron a que se encendiera la noche y aún no lo estaba del todo, cuando se vio aparecer a lo lejos un grupo, pequeño pero bien compacto, pues los padres, Atlas y Pleyone, acompañaban a sus jóvenes hijas Alcione, Merope, Electra, Celeno, Taigeta, Asterope y Maya, que lucían hermosas en sus azulados trajes y esperaban subir a un lujoso coche conducido por Auriga, cuyo magnífico dueño, el Sr. Capella había puesto a su disposición.


La danza de las Pléyades de Elihu Vedder

Por el camino se encontraron a dos guapos hermanos gemelos, Cástor y Pólux parándose un rato a conversar con ellos. Advirtiéronles éstos que tuvieran cuidado pues andaba suelto por allí un toro, cuyo potente ojo, que recibía el nombre de Aldebarán, divisaba desde bien lejos a todo lo que se movía. Pero hete aquí, que acertaba a pasar por allí el cazador Orión, que blandía un potente mazo sostenido en su hombro Beltegeuse y que para alcanzar cualquier objetivo no tenía más que dar una zancada con Rigel, su enorme pie, así que les dijo a las hermosas Pléyades, nombre común de las jóvenes, que quedaran libres de cualquier temor, ya que además llevaba como refuerzo a sus dos fieros canes, Sirio y Proción pues sabía que un poco más tarde saldrían otras dos alimañas, un Cangrejo y un León, con los que habría que estar atentos y cuidarse muy mucho de sus fieros bocados.


Constelaciones de Invierno (Hemisferio Norte)
Superficie (en grados)

Así que las mozas, alegres y sin temor, siguieron su paseo al fresco pues querían asomarse a una lejana galaxia que había salido mucho antes y a punto estaba de recogerse, Andrómeda, en donde existirían otras miles de historias y también cuentos, tan bonitos y fantásticos, pero a la vez reales, como éste.